lunes, 20 de junio de 2011

Caracas dentro de Caracas

El humo del cigarrillo, un grito de un vendedor ambulante, la basura, la pintura del edificio viejo que se cae, el agua sucia de las quebradas, los suelos secos, las invasiones, los cerros quemados y la gran cantidad de construcciones son parte de los agentes contaminantes que se mueven a diario por la atmósfera del cielo caraqueño y que abruptamente disminuyen la calidad de vida de los citadinos.
En Caracas, donde habitan según estadísticas oficiales cerca de 4 millones de personas, la calidad del ambiente deja mucho que decir. El año pasado, la organización no gubernamental Vitalis les hizo una encuesta a 109 especialistas en la materia y como punto de partida coincidieron en señalar que existe en la capital (y esto se repite en las grandes ciudades del país) un inapropiado manejo de los residuos y desechos sólidos.
De hecho, existe una cantidad de vertederos y botaderos ilegales, manejados sin criterios sanitarios y ambientales, como sucede por los lados de Gramoven, La Vega, Antímano, Petare, San Agustín y la carretera vieja Caracas-La Guaira, donde se dispone la basura sin ser tratada.
Además, hay una alta agresión sobre los suelos y las montañas, donde –como consecuencia de las toneladas de basura y por la quema y tala indiscriminada producto de las invasiones– queda prácticamente una naturaleza muerta.


Nadando en basura. A diario en Caracas, según Manuel Molina, presidente de la Corporación de Servicios Municipales, se recogen 2.350 toneladas (t) de desperdicios.
De ese total, entre 80 t y 100 t se recolectan en 23 de Enero, San Juan, Antímano, Caricuao y La Vega, por citar cinco parroquias conflictivas en esa materia y que, dado el volumen de desechos, fueron asumidas por el Ministerio del Ambiente.
Antes de la disposición final, esas bolsas pasan de 24 horas a tres días regadas en las esquinas, callejones y en las vertientes de las quebradas y barrancos, lo que coadyuva aún más al desastre ecológico.
Eso va de la mano con el mal manejo de las aguas servidas, las cuales contaminan las fuentes de agua superficiales y subterráneas, con el correspondiente deterioro de ríos (en Caracas hay tres grandes: Guaire, Valle y Macarao) y de las quebradas, cuencas y microcuencas, que suman 516.
Aunado a ello, el informe de 2009 de Vitalis dice igualmente que ha habido un inapropiado uso de vectores, lo cual ha traído como consecuencia la proliferación de enfermedades que pueden transmitirse de animales a seres humanos (zoonosis), o entre los seres humanos a través de insectos u otros animales (zooantroponosis).
Entre ellas encontramos el dengue, que debe tratarse no sólo como un problema sanitario, sino también ambiental, pues en lo que va de año en Distrito Capital se han acumulado 4.410 casos hasta el 3 de julio.
De nuevo tocando el tema hídrico, los 109 especialistas refirieron que ha habido poco interés en el manejo de las aguas dulces.
Por ejemplo, tenemos el embalse La Mariposa, de donde se surte de agua a 10%de los caraqueños y a 80% de los mirandinos, que está siendo atacado por la descarga de elementos residuales de más de 20 invasiones asentadas en sus márgenes,
y devorado por el lirio blanco y la bora que se consume el oxígeno, lo que provoca además la desaparición de la fauna marina.
Sobre ese punto específico, el ministro del Ambiente, Alejandro Hitcher, ha sostenido reiteradamente que esa planta acuática no representa ningún daño.
Lo cierto del caso es que los niveles de contaminación de ese recurso van en aumento no sólo dentro de los linderos de La Mariposa, sino que están en auge en los principales afluentes: los ríos Tuy, Camatagua, Taguaza y Taguacita y la represa de Guárico, cuyas cuencas –aunque se mantienen en niveles aceptables– reciben descargas de materiales orgánicos, según la opinión del ingeniero Norberto Baussón, presidente del Instituto de Aguas del Municipio Sucre.
El aire que respiro. Otro espacio contaminado es la atmósfera. Fresnel Díaz, biólogo experto en ecología ambiental y director de Calidad del Aire del Ministerio del Ambiente, sostiene que lo que respiramos es sano, pues según los estándares nacionales del Decreto N° 638, los niveles de contaminación se ubican entre 75 y 100 microgramos de partículas totales suspendidas.
Eso es aire limpio, incluso hasta 150 microgramos de Partículas Totales Suspendidas, se habla de una atmósfera medianamente contaminada.
Sostiene que ello es así desde que se sacó definitivamente el plomo de la gasolina, en 2004. De hecho, entre 1981 y 2006 hubo una medición y la reducción fue considerable: se encontraron 0,5 microgramos de plomo en el aire.
Pero no sólo eso ayudó a mejorar el ambiente. Díaz aseguró que se han retirado 48 toneladas de sustancias químicas, lo que contribuye a mejorar la capa de ozono.
Aún más, en marzo de este año, vía decreto (Gaceta Oficial N° 39.387), se oficia la creación del Centro de Evaluación Vehicular, el cual debe estar activado para el año que viene. Su trabajo será precisamente controlar las emisiones de gases. Si bien es cierto que estos son intentos para limpiar el ambiente, Caracas es una ciudad convulsionada en materia de contaminación.
De enero a marzo, los incendios forestales y la calima fueron predominantes y nublaron la atmósfera.
Luego llegaron las lluvias y aplacaron esos agentes, pero las precipitaciones influyeron en el desbordamiento de quebradas, en los deslizamientos y en el colapso de drenajes.
Paralelamente, el caraqueño se enfrenta a los daños visuales y al ruido de los carros, al corneteo, a la proliferación de los parlantes de los vendedores ambulantes y al tormento de las construcciones...
Todo ese ruido atmosférico está por encima de los 50 decibeles. Y de acuerdo con Díaz, nos exponemos a un daño considerable.

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