Aquí les envío más información sobre el río Guaire
Caracas creció sobre la vulnerabilidad no sólo por las características de sus suelos inestables sino porque es un valle muy hídrico, precisamente por la cantidad de quebradas y ríos que cruzan la ciudad, en su mayoría provenientes de la vertiente norte.
En la época del ex dictador Marcos Pérez Jiménez, según cifras aportadas por el viceministro del Agua, Cristóbal Francisco Ortiz, había en Caracas 7 mil ranchos, diseminados en los cerros.
En la actualidad, es difícil contabilizar la población que crece de manera informal sobre las laderas y, más aún, aquellas que se asientan en las orillas de las quebradas y ríos. Esa situación aumenta el riesgo.
El río Guaire no escapa de ese panorama, pues funciona como un colector principal de aguas negras, que a su paso recoge desperdicios líquidos y algunos sólidos generados por una población de aproximadamente 4 millones
de personas. Cabe destacar que para el ciudadano común no existe ningún tipo de reglamentación
que limite el uso de detergentes y otros productos de limpieza del hogar. Por lo tanto, la población
no se mide y vierte por las tuberías (además de los desperdicios orgánicos) cualquier desecho sólido, incluso químicos, que va a parar a nuestras redes hídricas. De allí los grados de contaminación a los que se enfrentan las poblaciones que se han asentado más directamente sobre las márgenes de ese caudal, las cuales si bien es cierto no son muchas (Las Adjuntas,
Mamera, Quinta Crespo, San Agustín –parroquia que está separada por el surco de agua–, La California y Petare), igual se desarrollaron algunas de forma no planificada y por ello sufren cuando hay crecidas e
inundaciones. Pero, según el ingeniero Francisco
Ortiz, hablar del número de población ubicada en las cercanías del río es lo de menos, pues la totalidad de los caraqueños se afectan o se van a ver beneficiados
en un futuro cuando ese cauce esté saneado en 2014.
Por ahora, los caraqueños se mueven de espaldas al Guaire.
Frank Marcano, del Instituto de Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, sostiene que, más allá de la vulnerabilidad y de la afectación, ese recurso hídrico no ha sido visto como un espacio público. “La mayoría de las grandes ciudades, no importa dónde estén, tienen que tener contacto con el agua. Maracaibo, Valencia, las regiones de la costa, están frente al mar. De allí que los ciudadanos establezcan una relación con este recurso pues está dentro del paisajismo. Pero aquí ha sido distinto, desde los años cuarenta tomaron la decisión de trazar una autopista de este a oeste (la Francisco Fajardo) que se convirtió
en un obstáculo, pues los caraqueños no se pudieron
acercar más de forma peatonal al río y los puentes los colocaron cada dos kilómetros, lo que dificultaba aún más que fuera un sitio propicio para los encuentros”,
explicó Marcano.
Entonces, dijo, Caracas perdió esa posibilidad y por eso considera que estamos de espaldas a ese río principal: “Ahora hay que ir en la búsqueda del rescate como espacio de encuentro. Pienso que destinando algunos tramos para permitir los pasos de norte a sur, por ejemplo, a través de la trayectoria de las quebradas, sería una buena opción. De hecho,
desde el Instituto estamos viendo la posibilidad de conformar un sistema hídrico”.
Pero para ello, sostuvo, se debe respetar la norma ambiental que establece un margen de 25 metros de distancia o espacio libre de los bordes de las quebradas y ríos para los asentamientos urbanos. Eso quiere decir que se debería reubicar o reorientar las barriadas y urbanizaciones.
No obstante, el viceministro de Aguas difiere de ese punto, pues dentro del proyecto de saneamiento
que comenzó en 2006, se establece el rescate del
Guaire y la mejora de las comunidades dentro del mismo espacio, es decir, no se habla de
reubicación.
Lo otro –retomando a Marcano– es que colectores marginales construidos en la década de 1950 no se usan en su gran mayoría. “Para revivir esa imagen que muchos recuerdan de 1930, de la gente bañándose
en el Guaire, hay que redireccionar las cloacas y hacer que las vías expresas no sean un obstáculo para recrearse a lo largo de este surco de agua”. (Fin del texto)
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